jueves, 2 de abril de 2015

Conspiranoia como género

Las teorías de la conspiración, que aspiran a explicar lo que a ojo de buen cubero no es explicable o lo es de forma parcial o tendenciosa, existieron siempre,  sin embargo es en la era de Internet cuando experimentan un auge sin precedentes. 

Y esto sucede porque a los "cuberos" (y para el caso no entramos en calificar si con buen ojo o no), es decir, los receptores de la masiva información que  llega a través de las autopistas de los nuevos medios, esto es todos y cada uno de los que vivimos expuestos a la hiper información (o hiper adoctrinamiento) no tenemos modo de contrarrestar que el exceso de árboles no nos impida ver el bosque. En medio de un alud de titulares, nos preguntamos si en alguno residirá algo de verdad por parcial que sea, por fragmentada que esté,  y ante esa pregunta nuestro ojo sigue la bolita hábilmente escondida por el trilero de turno.

Sabemos que la información es poder, que la fidedigna está en manos del poder, es decir de unos pocos, y que esos pocos la esconden detrás de mentiras colosales o de medias verdades suministradas con habilidad y estrategia.

Sabemos que la desinformación es un arma, lo es principalmente de guerra, y lo sabemos por la historia reciente de la propaganda.  La desinformación no siempre es falta de información o información tendenciosa también viene dada en la hiper información que por ilimitada resulta difícil o casi imposible gestionar o contrastar de forma efectiva porque pese a la sobreabundancia de hechos noticiosos no existen o no son de fácil alcance fuentes que ayuden a contrastar la veracidad de los mismos.

Es en este galimatías de la "sociedad de la información" donde las teorías de la conspiración adquieren un papel relevante. Para muchos su atractivo reside en que aportan explicaciones no oficiales, alternativas, imaginativas, que cuestionan el orden establecido. Para otros sin embargo resultan molestas, disparatadas, delirantes. 

¿Con cual de estas dos calificaciones nos quedamos? la respuesta que se nos viene casi como acto reflejo es ¿Por qué hay que quedarse una y descartar la otra? 

Entre quienes alimentan la conspiranoia como género hay de todo (sí, como en la viña del señor), están los que, atendiendo sus propias necesidades de verdad, la buscan por caminos no transitados, o no transitados por la oficialidad de turno, y lo hacen con voluntad de verdad, se diría que con mayor grado de voluntad que de medios para alcanzarla. A falta de fuentes del todo fidedignas, se ven abocados a recurrir a otras capacidades que no son las netamente racionales, esto es la intuición, el "olfato", la observación de hechos pasados de los que sí existan informaciones corroborables y atreviéndose a interpretarlos sin las anteojeras oficiales; la imaginación, la fantasía, el humor, la ensoñación, etc.

También los hay menos escrupulosos o menos concienzudos, más chapuceros, o los que, negándose a seguir ciegamente las versiones oficiales, caen sin embargo en el seguidismo sin cuestionamiento de los clásicos del género, entrando en una espiral de tópicos que poco interesante aporta.

Además, como en todo lo que se cuece en esta sociedad mercantilizada hasta la nausea, también hay quienes con el género encuentran un filón para vender ficciones de variado formato constatando que la desorientación en la que vive el individuo hiper adoctrinado contemporáneo constituye una clientela inagotable.

Ni bendecimos ni maldecimos la conspiranoia como género, está ahí y nos podemos servir de ella o rechazarla, pero igualmente podemos decir de la información oficial. Quienes más adhesión muestran a la información oficial, quienes menos la cuestionan, suelen ser aquellos que rechazan de plano cualquier información alternativa tachándola de conspiranoica (cuando la conspiración deja de ser sustantivo y se vuelve adjetivo es con ánimo descalificativo, peyorativo) quienes así actúan suelen responder a un perfil de individuo perezoso, acomodaticio, inmaduro, es decir, incapaz de asumir cuestionamientos incómodos, que no quieren que les perturben la eterna siesta, o los que aprendieron y aún no han desaprendido la inculcada fe ciega y obediencia sin fisuras como método de sobrevivir en el día a día.

Pero dicho esto parecería que todos los adeptos al género, tanto si son adeptos activos (los que alimentan el género con propuestas) como si lo son como espectadores o seguidores son sujetos muy capacitados y clarividentes, carentes de prejuicios y con una aguda perspicacia, y no, también es posible que sean narcisistas e inmaduros o que tengan un exceso de lecturas en formato comic o películas de serie b, y el género, lejos de aportar una explicación esclarecedora de una realidad que se nos presenta inextricable, no sea más que una nueva válvula de escape ante la ansiedad que genera no alcanzar explicaciones plausibles de los hechos que acontecen sin que podamos intervenir de forma fehaciente en ellos.

Por último, no podemos obviar que la información alternativa, la conspiranoia como género, no sea también usada deliberadamente por quienes quieren contribuir a la ceremonia de la confusión. Según los estudiosos de la propaganda, existe una propaganda (denominada propaganda negra), utilizada en tiempo de guerra, que consiste en suplantar la identidad del bando enemigo, generando noticias falsas como si éstas fueran generadas de forma genuina por el bando cuya identidad ha sido suplantada y así poder dirimir el devenir de los acontecimientos derivados de esas informaciones falsas emitidas como fidedignas. 

Así que, por todo lo expuesto, no estamos ante una sencilla tesis cuya respuesta sea la consabida respuesta maniquea. En cualquier caso, tanto si la información es oficial como si es alternativa no podemos confiar del todo en quien la genera, para ello es fundamental no mostrarse acomodaticio, despertar de la siesta y bien con un desperezo o con un gesto decididamente más procaz, someter a criterio lo que leemos, vemos u oímos.





1 comentario:

  1. Bueno, por lo menos no hay tiempo de aburrirse... No que yo sepa lo que es el aburrimiento salvo con algunas amigas incapaces de entender que las ideas se hicieron para circular, no para embestirse unas a otras... como algunas que he tenido la desgracia de, por educación, soportar...aunque ya no lo tolere... Los estudiosos más serios que he tenido el gusto de frecuentar, todos entienden de conspiraciones y más conspiraciones... detrás de casi todos los eventos importantes de la historia salvo los que son de orden natural... Aunque las catástrofes de hoy cada vez resultan menos naturales...

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