viernes, 24 de abril de 2015

Verdad y amor como elementos sustantivos de emancipación

En una sociedad anegada por el permanente adoctrinamiento hábilmente suministrado por  los medios de masas, las industrias del entretenimiento y la publicidad comercial, el sistema educativo y su cohorte de expertos, la búsqueda de la verdad definida como aproximación suficientemente cabal al relato de una realidad concreta se vuelve tarea ardua pero hoy más que nunca necesaria. 

Es, en primer lugar, necesidad del individuo que se estime como sujeto reflexivo y que no reniegue de la capacidad humana de la creatividad y que, entre ambas cualidades y por ellas, construya,de forma autónoma, una conciencia que lo sitúe en el mundo y entre los otros individuos.  

Es, también necesidad social, dado que el humano además de individuo es constitutivamente un ser social, sin el concurso de los otros el individuo tiene restringidas ciertas capacidades que sólo en cooperación con varios o con muchos alcanzan optimización. 

La búsqueda de la verdad, es pues, necesidad íntima del individuo y necesidad de una sociedad que aún no haya renegado del todo de su sustrato evolutivo.

Sin embargo la gran pregunta aquí es cómo partir en busca de la verdad cuando los medios adoctrinadores están en manos de una élite mandante y el común de la sociedad, casi en su totalidad convertida en una mera adicción de individuos-masa construidos precisamente desde las tribunas del poder, es receptora pasiva. 

Buscar la verdad requiere esfuerzo, en primer lugar esfuerzo individual, que comienza con la resistencia a creer sin cuestionar todo lo que desde el sistema adoctrinador parte. Requiere también de la capacidad de abstraerse a la aprobación o desaprobación de quienes en las inmediaciones no perciban el adoctrinamiento como tal o lo asuman resignadamente.  

Pero hemos dicho que el individuo tiene capacidades y potencialidades cuyo deber de conciencia es desplegarlas para sí y para revertirlas a la sociedad de la que forma parte. Además de individuos decididamente activos en la búsqueda de la verdad, éstos necesitan de la asociación con otros para en común activar sinergias de mayor alcance. 

Bien, ya sea solos o en compañía de otros, empezar a buscar la verdad es un acto de liberación y de emancipación, un acto subversivo en el más estricto sentido del término, porque la verdad subvierte la mentira y aspira a aniquilarla.

Si buscar la verdad implica el cuestionamiento de los medios adoctrinadores en su totalidad, incluida la cohorte de expertos funcionarios de los ministerios o de la gran empresa, se hace imprescindible que los individuos y colectivos conscientes y decididos en pos de la verdad asuman la responsabilidad no ya de la información, entendida ésta como noticia del mundo que se renueva con inmediatez, sino del conocimiento en las áreas más decisivas. Qué visión de la Historia es impuesta desde el poder constituido, qué sistema de salud y a qué intereses obedece, qué sistema de disvalores inculca mediante el sistema de educación obligatoria, etc.

Parece, así expuesto, tarea ingente o inabarcable, sin embargo empezar a hacerla es ir resquebrajando ese monolito sacralizado con artificios que se nos sirve como plato cotidiano indiscutido. Buscar la verdad supone renunciar a la comunión diaria con el pensamiento establecido desde el poder y que por ser establecido por éste sirve a sus propios intereses.

Y hablando de intereses, esa búsqueda de la verdad, para que sea tal y no una propaganda de nuevo signo, no debe estar guiada por ningún interés de orden personal o de grupo, más que el de la búsqueda de la verdad por sí misma, como valor deseable y aspiración permanente y como elemento sustantivo para el ejercicio de la libertad frente al sojuzgamiento ejercido por el poder.

En un mundo guiado por intereses cómo es posible hacer un esfuerzo de tal magnitud sin que a cambio sea obtenida alguna ganancia tangible, dineraria, o de dominación. Bien, solo será posible de la mano de otra subversión, el amor entendido como don, como entrega desinteresada. Si la verdad subvierte la mentira y aspira a aniquilarla, el amor subvierte el interés, la codicia y la voluntad de poder, solo con las armas opuestas al sistema de dominación podremos declararnos en rebeldía y enfrentarlo.

Definamos ese amor, que nunca será un amor por la subordinación ya sea por la que se padece o por la que se pueda ejercer sobre otros. Ese amor no es otro que un amor entre iguales, si desde las tribunas de poder se nos alienta al odio entre los individuos que formamos el común de la sociedad, porque en ese enfrentamiento permanente el poder (poder político y poder económico, Estado y Capital) obtiene todos sus réditos, romper esa inercia es tarea primordial. Así, pues, es necesario, restaurar las relaciones convivenciales hoy rotas. Una tarea no menos ingente que la búsqueda de la verdad, pues están hasta tal punto aniquiladas que llevará mucho esfuerzo y perseverancia remontar hacia una cultura del apoyo mutuo, la solidaridad entre iguales, la confraternización y la cooperación frente a la competitividad y el enfrentamiento. 


Para sentir como deber la emancipación es necesario ver las cadenas, quienes las vean deben señalarlas para que otros las vean también, he ahí la búsqueda de la verdad. 

Para derrotar la soledad de la atomización social, esta sí, sentida por muchos, hay que apartar el odio que es inoculado desde el sistema, mirar que donde hoy pones el puñal  has de poner la rosa o el pan mañana y reservar el puñal para el enemigo que es otro y no el que a tu lado va.
 
No podemos enfrentar el odio con màs odio ni la codicia con mayor codicia sin una escalada como en la que nos hallamos inmersos. Por eso en la reivindicación ante el poder de prevendas materiales nos hacemos reos del poder, nos dejamos sobornar por esto o aquello material e inmediato, cuando mantenemos lo material en el nivel que le corresponde, la supervivencia, cuando no aspiramos a consumir y nuestras vidas son frugales y livianas, estamos más preparados para enfrentar al poder, esto en tiempos no tan lejanos que no lo haya conocido gente de la generación presente, era tenida por cuestión elemental, hoy hay que recordarlo sin embargo.  Sobre todo cuando nos dejamos tentar por los cantos de sirena de las fuerzas políticas emergentes que promenten el retorno a una abundancia que además de no ser posible, no es deseable, dado que las promesas de mayor consumo traen consigo el incremento de producción con el consecuente deterioro ambiental.

No es tarea de este artículo, que se propone breve, profundizar en todas y cada una de las subversiones necesarias para cambiar sustancialmente la sociedad de la mentira y del odio, será tarea de muchos el ir haciéndolo, cuando nos enfrentamos no ya como sociedad sino como civilización a una crisis multidimensional como la presente, que bien pudiera desencadenar una aniquilación de la especie en su conjunto o de los valores de civilización netamente humanos, las tareas reflexivas no pueden no deben ser delegadas, todos y cada uno tenemos un deber para con nosotros mismos y para con nuestros iguales, ese deber es el deber de emancipación.

 

1 comentario:

  1. Amen Concha,
    Lo que planteas verdad y amor van unidos. Cuando, comienzas el camino de la búsqueda de la verdad, el amor, brota,como agua de un manantial.
    Un amor, a veces alegre, al ver que vas encontrando el camino, que en el hay mas en esa búsqueda. Otras veces por el contrario, ese amor es amargo, ante los obtaculo que te encuentras en el camino, muchas veces es te invade la tristeza y el cansancio. Aunque, una vez, que has emprendido el camino, es difícil abandonarlo.Te sientes espectadora, ves con muchísima mas claridad, te sientes espectadora de las manipulaciones del sistemas y sus lacayos.Observas, ve y sientes con tus iguales, sientes mucho mas eso nosotros, aun con extraños, aun, con personas, que siquiera conoces, los miras, los observas y te planteas, como llegar a ellos, como traspasar ese muro, que nos han echo fabricar. estoy totalmente de acuerdo, que o nos vamos trasformando en hombres y mujeres nuevos, o sera el fin de la especie. No es una crisis social, no es una crisis económica, no es una crisis política es una crisis de la humanidad.

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